Aprender de los sueños (1ra. parte)

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Los sueños… ¿poseen algún valor intrínseco o son simples tonterías generadas por alguna parte de nuestro sistema nervioso? A finales del siglo XIX, un joven doctor en neurología se atrevió a retar a la comunidad científica, la cual en ese momento despreciaba el valor de los sueños. Los encontraban superfluos. Sigmund Freud no estaba de acuerdo.

Para el doctor Freud, en los sueños encontramos información vital, proveniente de nuestro inconsciente mismo. Cada vez que desdeñamos el recuerdo de algo que soñamos la noche anterior, estamos echando a la basura insumos para nuestro autoconocimiento. Es por esto que en 1899 finalizó su texto «La Interpretación de los Sueños«, el cual fue publicado un año después. Freud estaba seguro que cambiaría el rumbo de las ciencias humanas. El texto fue un fracaso editorial. Tendríamos que esperar varias décadas para que sus propuestas fueran correctamente apreciadas.

Tuve la inmensa suerte de recibir una rigurosa formación en psicoanálisis (mi primer posgrado versa justo en psicoterapia psicoanalítica). Según mi opinión, en el psicoanálisis encontramos las claves que la psicología misma muchas veces ignora. Los que siguen mis entregas han notado que el apellido «Freud» se asoma con frecuencia. El tipo era un genio… pero era un tipo, al fin y al cabo. No un profeta, no un maestro, no un gurú. Un investigador. Freud se propuso estudiar el alma humana… y vaya que encontró claves.

Cuando Freud se refiere al universo de lo onírico, encontramos precisiones altamente metafísicas y por esto difíciles de digerir. Si quisiera reparar al respecto, esta nota se convertiría en una tesina, así que tendré que abstenerme de internarme en lo teórico. Solo deseo compartir esta hipótesis, la cual generó dolores de cabeza en mis alumnos: «cuando dormimos, lo que está soñando es nuestro inconsciente«.

El sueño no tiene mayor valor si se toma en su sentido literal. Menos si tratamos de homologarlo a alguna tabla de conversión. Soñarse con una serpiente no tiene por qué referirse al próximo viaje en el que visitaremos a la suegra… o quizás sí. Dependerá de la información previa del que sueña el poder establecer relaciones, las cuales nos llevarán a una posible interpretación. Entenderán que es por esto que los libros sobre sueños generan tanta decepción. Si no se tiene el contexto, soñarse con un caballo puede significar una cosa en una persona y otra en otra. Incluso, dos sueños con caballos, en la misma persona, pueden significar cosas diferentes. Es un tema apasionante, lo sé. Pero debo avanzar…

Para Freud existen al menos dos realidades en cada sueño: la realidad observable y la realidad escondida. Él les llamaba sentido manifiesto (lo que logramos recordar) y sentido latente (lo que debemos descubrir). Será a través de los sueños, aseguraba el doctor vienés, que accesaremos, de modo directo, nuestra información inconsciente. Ya entenderán por qué es tan importante para mi oficio, no solo interpretar sueños, sino enseñarle a los consultantes a trabajar con los suyos propios. Luego vendrá Carl Jung a asegurar que a través del sueño nuestra parte más profunda y sabia se toma el trabajo de enseñarnos aspectos nuestros que por alguna razón ignoramos. Otro día volveré a todo esto… lo prometo.

He estado llevando unas prácticas orientales que buscan fomentar la memoria sobre lo que soñamos. Los resultados han sido asombrosos. He pasado de no recordar sueños por meses a recordar al menos dos por día. Dos sueños, soñados en dos noches anteriores, me llevaron a escribir esto para ustedes:

  • Una noche soñé que estaba profundamente deprimido. La sensación era avasalladora. Llegué a experimentar un nivel de tristeza que me produjo un ahogo físico. Pude, por unos minutos, vivir lo que -creo- que vive alguien que padece de depresión. La sensación aún me impacta: me sentía impotente, cansado, derrotado. No encontraba una sola gota de esperanza en mi cuerpo. Este sueño fue una especie de lección vivencial, virtual si se quiere. Imaginen que se colocan unos audífonos y unos lentes y al apretar el botón de encendido, su cuerpo y su mente llegan al nivel mas profundo de depresión posible. Al levantarme caí en cuenta que lo que acababa de atravesar no se parece en nada a los momentos de tristeza que he vivido a lo largo de mi vida.
  • Otra noche soñé que mi esposa estaba a punto de serme infiel con el portero de la Selección Mexicana de Futbol. El sueño fue muy largo y pude experimentar la ira, la desilusión y finalmente una resignación tremendamente dolorosa, ya que aunque me alejé del sitio en que ellos quedaron, estaba seguro que mi matrimonio llegaba a su final. El interés que ella mostraba en Memo Ochoa no dejaba lugar a dudas: lo que ella sintió alguna vez por mí, ahora se dirigía a otra persona. Me alejé en bicicleta derrotado e inmensamente triste, prueba irrefutable de que estaba soñando, ya que pocas actividades me parecen más odiosas que andar en bicicleta.

Los dos sueños puedo interpretarlos fácilmente. He estado leyendo mucho sobre psicofarmacología y sobre la discusión actual que intenta resolver si debemos acompañar procesos psicoterapéuticos con antidepresivos o no. También hemos estado enfrentados a muchas noticias sobre suicidio y en la consulta el tema de ver la muerte como solución aparece con mucha frecuencia en estos días. Del de mi esposa y Memo también puedo entender bien de dónde procede. Afortunadamente no tiene relación alguna con el estado actual de nuestro matrimonio.

Yo les quiero compartir que significan estos dos sueños para mí. Ambos me están dando una lección y un recordatorio. Me están pidiendo ser cada día mas cuidadoso cuando escucho a alguien sufriendo de depresión o atravesando el rompimiento de su relación. En momentos como estos, mi oficio de terapeuta me exige ser lo más humano posible, ya que aunque nunca haya sentido la depresión y/o nunca he sufrido un rompimiento por infidelidad, esa persona que asiste a mi consultorio quiere contar conmigo, no solo con mi -limitado- conocimiento, sino principalmente con mi presencia emocional. Los dos sueños me recuerdan lo sagrado de mi profesión: trabajar con la psique de los que acuden, esos que sufren y depositan su confianza en mi trabajo. Estar en un consultorio es tender una mano al que sufre y ayudarle a salir de ese estado.

Ante la pregunta de quién o qué me envió dicha valiosa lección… realmente no lo sé. Ni siquiera es tan importante. Pero créanme… atesoro estos sueños como si fueran dos posgrados.

Allan Fernández, asesor filosófico / Podés seguirme a través de Instagram y Facebook

La fotografía fue tomada por el artista Nader Farid y lleva por título «Into the Dreams«.