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Uno de estos días, alguien me llamó experto en «ataques de ansiedad». Al preguntarle por qué opinaba eso, me dijo que luego de leer mis publicaciones -siendo que él los padecía con frecuencia-, estaba convencido que yo sabía perfectamente qué se sentía sufrir uno de dichos ataques. Le agradecí, al tiempo que le confesé que no es así. El tema empezó a cobrar importancia por razones eminentemente clínicas. Si no recibiese a tantas personas aquejadas por dicha reacción, probablemente no habría invertido tiempo reflexionando e investigando al respecto. La clínica enseña dónde colocar nuestra atención.
Recordarán que quise iniciar dicha serie de publicaciones explicando química y fisiológicamente qué hace que surja la ansiedad en el cuerpo humano («¿Sabemos realmente qué es la ansiedad?«). Luego quise proponer una hipótesis en que relacioné la ansiedad con la exposición constante a redes sociales («La ansiedad o la duda de ser«). Incluso sentí el deseo de compartirles un método científicamente validado para lidiar con los picos de ansiedad («Lo que he conseguido al meditar«). Pero se que queda mucho por decir…
No sé cómo se siente un ataque de ansiedad, pero les puedo asegurar que mis consultantes me han enseñado varias cosas. En primer lugar, sé que los momentos en que irrumpen dichos ataques responden a ciertos patrones. Quizás el primer ataque no tenga «lógica», en sentido de no poder comprender el por qué de dicha aparición. Pero los siguientes se vuelven verdaderas re-acciones, entendiendo estas como algo que suele suceder cuando previamente aconteció algo particular. Los ataques de pánico no surgen de la nada. Son señales, son avisos de que algo a nivel ambiental nos produce una sensación de inseguridad, lo cual lleva a nuestro cuerpo a divorciarse de nuestra mente. Aquí debo detenerme.
La sudoración excesiva, la taquicardia, la sensación de desvanecimiento y hasta la pérdida momentánea de conciencia son claramente reacciones involuntarias. Estos sí pueden ser considerados síntomas, anuncios que anticipan un episodio en que la mente de la persona se verá incapacitada de ordenarle a su cuerpo no perder el control. El ataque de ansiedad es cabalmente un momento en que el cuerpo se olvida de la mente. Si me permiten la acotación, aclarando que no suelo utilizar esta categoría en sentido peyorativo, el ataque de ansiedad es un momento en que el cuerpo se vuelve loco. Se rebela, sigue su propio curso, irrespeta los edictos de nuestra propia mente. De ahí que sea prácticamente imposible acelerar su desenlace. Nadie ha logrado superar un ataque de ansiedad gracias a alguien que le pide tranquilizarse. La persona sabe que le vendría bien lograrlo. Es solo que por unos minutos no logra gobernar su cuerpo.
Mis consultantes me han escuchado decir esto muchas veces: cuando perdés la conexión entre tu mente y tu cuerpo, no habrá meditación, ni plegaria, ni mensaje positivo que funcione. Cuando insisto -en demasía, lo sé- en que debemos trabajar con nuestra mente, estoy pensando en el futuro. Estoy invitando a esa persona a crear una especie de sistema inmunológico emocional, el cual le permitirá no quedar expuesto a situaciones que en otro momento lo llevaban inexorablemente al ámbito de los ataques de ansiedad. Trabajamos hoy para que mañana no suceda lo que viene sucediendo. Bien lo plantea el neurocientífico Sam Harris: «meditamos para prepararnos para el peor día de nuestras vidas«. Lo que hoy alcanzamos, nos evitará padecer mañana.
Pero no solo eso me han enseñado. Son ellos y ellas mismas los que logran descubrir que su ansiedad es producto de eventos de su existencia. A algunos los enferma su trabajo, a otros su familia, a otros su pareja o la relación con su propio cuerpo. Muchas personas sufren de ataques de ansiedad luego de presenciar, en redes sociales, algo que no querían observar. Lo que quiero subrayar en este punto es que curarse de ataques de ansiedad implica una re-ingeniería existencial. Se requiere llevar a cabo cambios. En algunos casos, sencillos. En otros, altamente complejos. Es solo que de no ser así, las probabilidades de continuar sufriendo de dicho quebranto pareciera asegurada.
Cuando a un diabético le piden modificar su alimentación, la prescripción es clara: si no lo hace, no habrá nada que hacer en términos clínicos. Con los ataques de ansiedad sucede algo similar. El que desee dejar de padecerlos tendrá que llevar a cabo cambios. No hay otro modo de superar dicha condición.
Allan Fernández, Máster en Psicoanálisis / Si querés sostener una consulta individual para profundizar en esto, podés contactarme a través de este enlace. También podes seguirme a través de Facebook, Instagram, TikTok y/o visitar mi página profesional .
Muchas gracias
Doctor, si es a veces tan difícil
Controlarlo
Y a la vez da miedo y temor y piensa una en que momento me da lo mismo y ya no tienes esa libertad de salir a actividades por el miedo pero debemos de tratar de controlarnos Dios te Bendiga
Asumo que ese miedo debe ser paralizante Ana, de ahí la importancia de no estar a merced de dicha reacción. Saludos.
Sería genial que escriba más de la ansiedad y los ataques de pánico. Son de muchísima ayuda ! Buen día
Muchas gracias. El problema de escribir mucho al respecto es hacerle creer a las personas que leyendo solucionarán dichas presentaciones. Espero poder plantear métodos para que todo aquel que sufra de esto pueda ir mejorando su condición. Buenas noches.
Yo sufro de ataques de ansiedad, pero he aprendido que no hay que tratar de controlarlos ya que es imposible, solo dejo que se den, no me resisto y he notado que poco a poco se van reduciendo en cantidad y duración, estoy muy alegre por eso!
Tenés todo el derecho a estar alegre y orgulloso. Te felicito.
Es muy confortante saber que no estamos solos y que dichas enfermedades tienen cura, permanente o temporal, pero se puede ir saliendo de esto..
Soy una sobreviviente!
Gracias Doctor
Gracias a usted Diana y adelante.
excelente articulo, es complicado este tema ya que cuando se tiene algún ataque de ansiedad es como si se desconectara el cuerpo del cerebro, es importante buscar herramientas e identificar los síntomas cuando vayan surgiendo para tener un mejor control
Le agradezco su atención y retroalimentación Erika.
Muchas gracias Allan, por la autenticidad y la honestidad en cada artículo.
Mi sitio favorito. Me motiva JA! 😉
Hoy sucedio algo extraño conmigo, tuve una conversacion que me llevo a recordar muchas cosas de mi vida, mientras hablaba con mi pareja senti muchas ganas de llegar que se hacian cada vez mas intensas, de pronto me asome por la ventana y fume un cigarrillo mientras mi cuerpo se balanceaba como si no me obedeciera, le pedi a mi difunto abuelo que me llevara y de pronto mi vista se expandio como si mi mente se hundiera detras de ella, senti como que por un rato no pensaba, como si tuviera vacia la mente, mi pareja intento ayudarme a volver varias veces hasta que entre en panico y comence a regresar en mi, tuve mucho miedo, por una hora mas o menos luego del incidente quede con espacios en los que me comienzaba a ir, pero luchaba para no hacerlo, senti que me volveria loco
No es una cuestión de locura Alberto. Estamos viviendo una etapa de la historia en que las presiones, el estrés y la mirada de los otros nos está enfermando no solo la mente, sino el cuerpo. Espero que pronto se sienta mejor.