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Si observamos un conjunto de 10 personas y de éstas, 9 se van a dormir a las 7pm, podríamos asegurar que lo normal -en esta población- es acostarse cerca de las 7pm. El que no se acuesta a esa hora, para este grupo, vendría siendo un anormal, alguien que se aleja de la norma. Estadísticamente hablando, existen resultados normales y resultados anormales. Dicha diferenciación surge de un cálculo, en este caso del promedio.
Pero, si pensamos en la gente, ¿podríamos hablar de gente normal? Pues pienso que sí. Solo requerimos poner atención. Hoy en día, ir a perder el domingo completo al centro comercial parece ser lo normal. Utilizar las redes sociales como un pobre método de reconocimiento es, no solo normal sino deseable. Conformarse con una vida insípida, cansina y desprovista de todo sentido parece haberse puesto de moda (la moda también es un cálculo estadístico). Recuerden el criterio diferenciador: andamos buscando comportamientos normales, aquellos que fácilmente encontramos en la mayoría.
Las personas normales no suelen preguntarse qué se requiere para estar mejor. La mitad de ellos creen que es injusto no haber alcanzado lo que deseaban. La otra mitad suele auto-engañarse diariamente, intentando convencerse de que están bien, cuando en realidad se encuentran mal. Disfrazan su tedio de positivismo. Actúan y al hacerlo olvidan la diferencia entre el ser y la imagen. Al aparentar ser quiénes no son, debilitan su dimensión esencial.
Las personas normales, irónicamente, quieren ser felices 24/7 y sin embargo sus decisiones los abalanzan justo al ámbito expuesto. Sobreviven. Se tropiezan, algunas veces tres y cuatro veces con la misma piedra. Al final, si es que logran percibir tan sospechosa tendencia, terminan endosándole la responsabilidad a la piedra…
Para las personas normales lo único interesante es huir de la realidad. Se vuelven escapistas profesionales. Siempre desean estar o vivir algo que no es lo que actualmente viven. Y al no refrenar su deseo, alimentan una sensación de insatisfacción perenne. Por eso son tan atractivos para el mercado: al no lograr acallar ese vacío que no se llena con objetos, adquieren y adquieren y adquieren nuevos objetos, y en cada adquisición el vacío se presentifica con mayor violencia.
Las personas normales requieren promesas del mas allá. Soportan su presente siempre y cuando el futuro los premie con algo que compense el pesado ejercicio de «vivir». Posponen su realización. Dejan para mañana. Se convierten en postergadores compulsivos. Pasan del pasado al futuro y nunca se detienen en el presente. Solo conocen dos estados: recuerdo y promesa. No saben mantenerse en el presente y gracias a esto no aprenden a vivir, a estar, a ser. Huyen. Huyen de sí mismos.
La gente rara es diferente. La gente rara siente que las cosas pueden ser diferentes. Reconoce el valor de este momento actual. Su mente intenta huir, ya sea al pasado, ya al futuro y sin embargo, se proponen a sí mismos hacer del ya su morada. No creen en el destino, les parece muy riesgoso postergar. Son gente rara, recuerden…
La gente rara no concibe el conformarse. Lo consideran sinónimo de derrota y por ende no se lo permiten. No están tratando de «ganar» o «ganarle» a alguien más. Están tratando de ganar en experiencias, en crecimiento, en satisfacción, en sentido. No cayeron en la trampa social que nos enseña que estamos compitiendo (nos lo enseñaron desde la niñez). La única competencia que tiene sentido es la que se fragua contra sus parálisis emocionales, con sus conductas aprendidas, con sus herencias psicológicas.
La gente rara no tiene tiempo ni energía en ponerle tanta atención a lo que los otros hacen y menos aún en lo que los otros piensan de ellos. Descubrieron que todo esto no es más que una pérdida de recursos. Vuelcan su atención hacia su interior. Toman su mundo interno como un objeto de estudio. Sienten una imperiosa necesidad de descubrir-se.
Todo cambia, todo puede desaparecer en cualquier momento y es por esto que la gente rara intenta, con mayor o menor éxito, ceñirse lo menos posible a lo externo. La gente rara es así… parece que lo que les interesa no suele ser lo que le interesa a la gente normal. Por eso son raros…
¿Y cómo sé yo esto? Es fácil. Por 3 décadas fui alguien normal y créanme, no se lo recomendaría a nadie. Es aburridísimo y enferma. Es que hay un momento en que huir de sí mismo es imposible…
¿Y cómo conozco tan bien a la gente rara? Es fácil también. La gente normal casi nunca busca ayuda. La gente rara, la que desea evolucionar, la que no se conforma, la que busca un propósito a su existencia, me honra con su visita desde el día en que inicié mi oficio de psicoterapeuta. Y al ser tan raros me han contagiado de su vitalidad. Me han inmunizado contra la normalidad… y eso nunca podré agradecérselos lo suficiente.
Allan Fernández. Psicólogo Clínico, Orientador Filosófico y moderador de la comunidad virtual Dimensión Psiconáutica / Facebook
Gracias a la vida que tuve el enorme placer de ir a terapia con Ud, Y aunque fue una hora solamente , eso bastó para hoy en día ser una de esas personas no raras , rarisisimas y más en mi familia tan cuadrada …!!
Un fuerte abrazo y lo seguiré siempre , gracias x existir 💪😎
Muchas gracias Floribeth. Todo lo que has logrado es responsabilidad tuya, así que tenés que agradecértelo, ya que pusiste en práctica el plan trazado por ambos. Próspera semana.
buen y necesario escrito…el reto. en mi opinión, es enseñar a nuestros hijos o los que nos rodean, a ver la belleza de lo raro y atreverse a serlo en un mar de normalidad…
Sin duda. Estoy de acuerdo Tania. Ellos aprenderán -o no- gracias a nuestro ejemplo. Saludos.