Y la gente interesante, ¿qué se hizo?

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Hace más o menos un año publiqué «Encontrar pareja no es tan importante«. Las reacciones no se hicieron esperar. Luego de varios años escribiendo sobre relaciones, finalizar la tercera temporada de #EnredosAmorosos restándole valor al hecho de encontrarse en una relación, les resultó a muchos más decepcionante que el episodio final de #GOT (yo no vi ni el primero, por eso no me decepcioné). Mi interés era honesto: yo solo quería incitarlos a buscar su propósito existencial en otros sitios.

A inicios de este año, para intentar «arreglar la torta», publiqué «Sobre los peligros de esperar ser elegid@«. En este, la tesis era simple: si alguien espera ser elegido (a), va a tener que conformarse con las personas a las que le llame la atención. Solución, al menos parcial: no esperar ser elegido sino elegir, siempre calculando el hecho de que ser más «lanzado» en nada asegura el éxito.

Cada vez que publico sobre este tema, espero generar algo así: la gente va a leerlo, se va a dar cuenta que hay que continuar cuidando todos los aspectos de su bienestar y no solo el departamento de parejas y afines, lo cual les ayudará a ir creciendo en conciencia. Y sí, algunas personas lo han conseguido. Sin embargo, a cada publicación surgen nuevas interrogantes, particularmente de parte de los que no se sienten con suerte. Fue entonces por esto que publiqué «¿Padecés la soltería? La psicología profunda sabe por qué«. En este, intenté demostrar que la relación más importante para todos nosotros debe ser la interna, la que sostenemos con nosotros mismos. Trabajando en esta relación, el resto de ámbitos pierden protagonismo. Pero las interrogantes continúan apareciendo…

Una de las preguntas que más me dirigen es: ¿por qué parece que cada día hay menos personas solteras interesantes y atractivas?. Las personas en la actualidad se muestran cansadas, casi diría entregadas a su -mala- suerte. Recuerdo un meme que me envió mi hermana, en el que se hacía referencia a las nuevas generaciones, en las que un buen número se encuentran en sus bellos apartamentos, con su bello perro y completamente solos. Me pareció fuerte la imagen… fuerte y dolorosamente actual. Antes hablábamos de la solterona con el montón de gatos. Hoy quizás tendríamos que hablar del y la millennial con su -único- perro.

Pues bien, un estimado consultante me compartió una investigación que podría aportarnos insumos para intentar comprender este fenómeno, esta ausencia de pretendientes y pretendientas. Sintetizando una cantidad de información exorbitante, el científico Bradford Tuckfield demuestra, a partir de investigaciones previas, llevadas a cabo en diversas plataformas para conocer potenciales parejas, que hoy podemos hablar de «desigualdad en términos de atracción». ¿Qué significa esto? Pues bien, algo que todos ya sabíamos: existen personas atractivas y otras no tanto. Lo interesante es que se puede calcular la posibilidad estadística que tiene alguien, según su género, de encontrar pareja. El potencial de atracción hacia el sexo opuesto es visto como un bien, como un activo, como algo con valor.

Utilizando el coeficiente de Gini (no me pidan que se los explique, ya que no estoy seguro de haberlo entendido), en dichas investigaciones se toman los «likes» y «swipes» como si fuera dinero. La persona que recibe muchos «likes», sería más adinerada que la que recibe pocos, creando dos poblaciones: los ricos y los pobres. Particularmente interesante resulta lo que encontraron, al observar por un lado la población de hombres y por otro la de mujeres: en el ámbito de las mujeres encontramos megamillonarias, acomodadas, clase media, clase baja y extrema pobreza. Sin embargo, en los hombres no sucede lo mismo. Aparentemente, en el ámbito de los machos, solo hay 2 tipos de «castas»: los billonarios -muy pocos- y los desfavorecidos -la inmensa mayoría-.

¿Cómo traducimos esto? Fácil. De todos los hombres que en este momento andan intentando generar atracción en alguna fémina, muy pocos individuos lograrán ese efecto en muchas mujeres y la gran mayoría pasarán prácticamente desapercibidos. El macho alfa, como en todas las especies, elegirá dónde, cómo y cuándo, con la mujer que él encuentre atractiva. A los machos beta les está yendo fatal. En el caso de las mujeres, ellas no suelen encontrar atractivos a una inmensa mayoría de tipos. En promedio, de todos los hombres con los que se topan, solo un 20% les resultan atractivos.

Entonces, ¿qué nos dice todo esto? Puesto en cifras, el 80% menos favorecido de la población de hombres (ya que el 20% de arriba no tendrá problema alguno) está compitiendo por el 20% de las mujeres de la parte baja, ya que, como recordarán párrafos atrás, en el caso de las mujeres existen varios niveles. En promedio, el 80% de las mujeres atractivas está compitiendo por el 20% de los hombres atractivos. El 80% de los hombres no muy atractivos difícilmente tendrá acceso a las élites femeninas, así que tendrán que luchar por el 20% restante, el de las mujeres no muy atractivas. En palabras del Dr. Tuckfield, la «economía de la atracción sexual» es tremendamente desigual: muy pocos hombres -atractivos- para muchas mujeres -atractivas- y muchos hombres -no atractivos- para muy pocas mujeres -no atractivas-.

Ahora, no crean que no me fijé que vengo utilizando «atractivo» e «interesante» indiscriminadamente. Y claro que no son sinónimos. Solo les pido que recuerden de dónde procede todo este cúmulo de información: de sitios para encontrar pareja. Y será mejor que seamos honestos: en esas páginas el -la- que logra llamar la atención, no será, al menos de entrada, por su altura espiritual. He leído bastantes artículos, unos más rigurosos, otros más cotidianos, en los que se denuncian estrategias para generar mayor atractivo: los tipos que salen abrazando un perro y las mujeres que se fotografían llevando a cabo alguna postura de yoga captarán más la atención que el tipo que se fotografía dentro de su carro o la muchacha que sale luciendo su título en el día de su graduación, solo por citar un par de ejemplos. Quizás, como bien me confesó una estimada consultante: «doc, esas aplicaciones no son para encontrar el amor, sino solo para pasar el rato con encuentros sin futuro«.

Finaliza el autor de la investigación compartiendo algo que me parece muy valioso: «si tenemos que buscar un villano en esta historia, tendremos que elegir a la naturaleza, ya que no podemos obligar a una mujer a sentirse atraída por alguien que no lo sea para ella».

No sé si puedo compartir una moraleja, pero al menos déjenme intentarlo: a las personas que actualmente se encuentran acompañadas, trabajen día a día en el robustecimiento del vínculo. A los y las que no lo han logrado, no se angustien. Cuidemos todos nuestros ámbitos existenciales. No busquen pareja. Busquen un propósito a su existencia.

Pd: sé que he mencionado muchas cosas y debemos puntualizar y profundizar en varios aspectos de lo acá conjuntado. Si a ustedes este tema les interesa, continuaré desarrollando algunas de estas áreas en posteriores entregas. Hay mucho aún por decir…

Allan Fernández, psicólogo clínico y moderador de la comunidad virtual Dimensión Psiconáutica / Podés seguirme a través de Facebook

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